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la justicia en misionesLa naturalización de la injusticia o límites de la justicia de Misiones tiene lamentablemente larga tradición, y las traemos hoy aquí a modo de propuesta o puntapié inicial de una reflexión sobre nuestra sociedad e idiosincrasia. Las raíces históricas que han permitido que "el árbol crezca torcido". Veamos entonces cómo fue nuestra justicia desde los principios de esta sociedad en la que vivimos. Quizás si conocemos el rumbo de la senda que transitamos desde el pasado hasta el presente podamos distinguir dónde erramos el camino y corregir la dirección, para no legar a los que vendrán tras de nosotros la resignación por la injusticia como ejemplo.

En estos días se podían leer titulares en los diarios y en las noticias en internet con frases como: “enjuiciamiento a dos jueces misioneros”, “ex juez... prófugo”, “juez misionero será trasladado detenido a Buenos Aires”; por otra parte aún se escuchan ecos y cada tanto una nueva comunicación de familiares de víctimas de homicidios impunes, casos resonados como el de Javier Pauluk, Marylim Bárbaro, etc... todos reclamos de justicia...

Lamentablemente mas allá de las personas cercanas y familiares de las víctimas, la mayoría de quienes formamos parte de “la opinión pública” en estos casos, no nos mostramos sorprendidos, existe cierto escepticismo o poca expectativa acerca de la posible resolución y ajusticiamiento de quienes en cada caso cometieron los delitos, damos por sentado que se trata de criminales allegados a algún tipo de poder y no creemos que “La Justicia en Misiones” alcance eficazmente aplicar toda la fuerza de la ley, si esto implica sentenciar a personas o los intereses de gente “poderosa” en algún sentido.

Pero, ¿cómo puede ser que esta opinión pública se muestre tan resignada a observar cómo el corto y débil brazo de la justicia no alcanza a ejercer su función de aplicar la ley en algunos casos?, y ¿cómo la justicia se resigna a esta impotencia no asumida pero decantada con el correr del tiempo sin resultados positivos?

Como muchas características culturales de los pueblos, esto se debe a su pasado, así como después de la dictadura, poca gente se mostraba proclive a expresar sus reclamos sociales o laborales, e incluso su tendencia política... esto se entendía al observar retrospectivamente sus experiencias en los años de la represión, sangrienta y criminal en algunos casos. Hoy el pueblo Misionero no espera realmente que sean resueltos ciertos crímenes que presuntamente afectan a sectores encumbrados de la sociedad, en algunos de sus órdenes, y menos si sujetos con poder puedan llegar a ser señalados como presuntos implicados.

En estos casos la tendencia general es esperar que los “rumores” se diluyan en confusos contubernios de que sacan a la luz enredadas tramas y detalles de la vida íntima de las víctimas, no siempre del todo ciertas, que terminan generando una suerte de juicio moral a partir de datos ficticios ilusorios sobre la vida personal de las víctimas y desviando la atención en concreto y real actuar de la justicia. Debemos reconocer que muchas veces la prensa es la transmisora de estos “rumores” que resultan verdaderos aportes a la confusión colectiva. En otros casos son solo los chismes propios de pueblo chico... los que distraen la atención y alejan la mirada de las causas judiciales.

Esta naturalización de la injusticia o límites de la justicia, tiene lamentablemente larga tradición, y las traemos hoy aquí a modo de propuesta o puntapié inicial de una reflexión sobre nuestra sociedad e idiosincrasia (temperamento particular) de los misioneros, las raíces históricas que han permitido que el árbol crezca torcido... Veamos entonces cómo fue nuestra justicia desde los principios de esta sociedad en la que hoy vivimos. Quizás si conocemos el rumbo de la senda que transitamos desde el pasado hasta el presente podamos distinguir donde erramos el camino y en este tiempo presente corregir la dirección para no legar a los que vendrán tras de nosotros la misma resignación en la injusticia por ejemplo.

El primer juez “letrado” de Misiones fue Darío Quiroga sanjuanino, fue juez federal entre 1883 y 1896, -al decir de Naboulet, nuestra principal fuente consultada- “la primera mofa del gobierno central para con los habitantes de Misiones”, Mombello, un general retirado coetáneo del Juez Quiroga, escribió un “opúsculo” sobre éste, titulado “El Juez Letrado de Misiones o maña y hazaña de un bellaco, por una de sus víctimas” al parecer llegó a Misiones sin mucha fortuna pero al decir de Naboulet “si no se alzó con la mitad del territorio fue porque sus antecesores no se la habían dejado...” continúa diciendo “fue un traficante de niñas pobres, a las que prostituía, esclaviza y llevaba con él a Buenos Aires y regalaba a sus amigos para hacerse de cuñas” ... “cuando él pretendía una chica, -predilección tenía por las huérfanas- no reparaba en el desagrado de los parientes y [los] amenazaba” en un caso anecdótico nos dibuja la figura ante la que nos encontramos “en las cercanías de la barra del arroyo Itaembé fue asesinado un español [...] Quiroga en vez de desempeñar su oficio buscó falsos testigos para hacer cómplice del asesinato al jefe de policía sargento mayor Alejandro Mombello” -quien después tuvo el coraje de legarnos la historia en su “opúsculo”- pretendiendo inculparlo pues este “no era instrumento de sus arbitrariedades y no pudiendo

lograr su objeto lo mandó a encarcelar...” Naboulet cuenta que “otra gran virtud de Quiroga era el juego de naipes [...] lo que le costó, una noche, la descarga de sopapos de unos de los circunstantes, por lo que guardó la cara cubierta unos días”; durante sus funciones se cometieron los contrabandos más escandalosos: “los carros de mercaderías extranjeras pasaban cubiertos y custodiados por la policía, frente a la plaza principal [...] esto se prolongó hasta 1905”; por cuestiones de “terrenos mal adquiridos por Quiroga se han originado muchísimos pleitos” pero los jueces eran inamovibles, todavía no se había dictado la ley que fijaba en un máximo de 4 años su permanencia en el cargo.

El segundo juez de Misiones fue Eugenio Bréard, entre los años 1897 a 1899 según Naboulet “le tocó una época de oposición sistemática” además cuenta que el “...gobernador Lanusse fue su enemigo”, sin embargo él mismo cuenta también que posteriormente éste gobernador declaró en un discurso que “Bréard ni había robado ni había sido malo en otro sentido”.

No nos queda muy claro por qué Lanusse había sido enemigo de un juez que según sus propias palabras no robaba ni era malo en algún sentido... según Naboulet existía “un sistema de deshacerse de quien quiera que molestase” pero esto no se lo achacan a Breart o a Lanusse (directamente) sino a su secretario, Fragueiro; se dice que solían mandar a quien sería su víctima “a una comisión especial, en compañía de dos facinerosos mercenarios, campo adentro y en el primer campamento, de noche era degollado y quemado. ¡Qué de muertos en este periodo! [...] y los verdaderos criminales, no los analfabetos, los letrados, precisamente esos no tenían cárcel; esos, los que aun viven, gozan de muchos bienes y son señores...” .

El Santiagueño Miguel Garmendia quien se desempeñó entre 1899 y 1905 “se llevó más de doscientos mil pesos heroicamente ganados” ironiza Naboulet sin lugar a dudas, pues caracteriza a Garmendia como “embustero y favorecedor del contrabando”.

Alejandro Peralta, 1905 – 1907. Éste, como el Juez Breard, de quien Lanuse dijo que no robó ni fue malo, duró solo dos años, “enemigo incansable de los negreros que contrataban peones para los obrajes del alto Paraná, mientras estuvo él no se metía preso a ningún peón que se escapara con el “anticipo” ni se entendió ninguna de las reclamaciones hechas por los señores dueños de los obrajes y yerbales” para nuestro autor testimoniante principal, Naboulet “el mejor de los hombres encargados de distribuir justicia” se dice que “castigó a contrabandistas célebres y omnipotentes de Concepción, San Javier e Itacaruaré”, sufrió amenazas durante su corta gestión “de las que se reía airosamente en las calles” pero finalmente fue suspendido.

Jorge Tello (1907–1912) aficionado a las carreras de caballo el hombre, “sus procedimientos judiciales le habían enseñado hasta el arte de tener porteros, que para el presupuesto nacional costaban cincuenta pesos pero que no recibían más que veinte...” en este caso Naboulet sugiere que se le pregunte “¿Por qué se suicidó el secretario de la Municipalidad de Resistencia cuando él era Juez letrado del Chaco.?”. Sostiene que se fue de Misiones “no tan pobre digamos...”

Esos son los cinco primeros jueces de Misiones, tres de ellos despreciados por un intelectual contemporáneo a su actuación profesional en este Territorio y dos destacados como justos, de estos dos uno “el Gobernador lo tuvo como enemigo” y el otro duró la mitad de un periodo normal de ejercicio de juez porque no avaló el trato esclavizante que pretendían dar a los mensúes.

Comentarios  

0 # Juan Fonseca 04-05-2017 20:24
no cambio mucho la historia desde entonces... estamos rodeandos de iinjusticias y no hay como luchar en contra
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