Organización y lucha de los trabajadores del cultivo y producción industrial de yerba mate.
Entre 1920 y 1927, en San Ignacio, Misiones, se vivó una importante experiencia de organización sindical y lucha obrera alrededor de la actividad yerbatera, y que tuvo trascendencia nacional a raíz de la figura de Eusebio Mañasco, líder de los trabajadores de esa localidad y un importante militante de la Federación Obrera Marítima (FOM) y de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA)[1]. Estos obreros yerbateros protagonizaron una serie de huelgas contra las tres principales empresas que operaban allí, y que se dedicaban a un novedoso y lucrativo sistema de producción industrial de la yerba, en pleno auge y expansión. En 1921, mientras se desarrollaba una de esas huelgas, Mañasco fue acusado de organizar el asesinato de Allan Stevenson, un lugareño y colaborador circunstancial de una de las empresas, y fue sometido a un proceso judicial que lo condenó a cadena perpetua en 1924. Estos hechos repercutieron en el seno del movimiento obrero nacional, y se organizaron movilizaciones en su defensa y por su libertad, entendiendo que había sido condenado falsamente, ya que el juicio llevado a cabo contra él y cuatro obreros más, estuvo plagado de irregularidades y no existieron directas acusaciones contra los condenados. El 9 de julio de 1927, gracias a la presión del proletariado nacional y a la diligencia de importantes dirigentes sindicalistas, se logró que el presidente Marcelo T. de Alvear decretara el indulto y Mañasco fue liberado.
Nuevo modelo productivo yerbatero. La elaboración industrial de yerba mate y la condición proletaria de los trabajadores organizados
Hacia la década de 1920, la principal actividad económica en Misiones seguía siendo la explotación de los recursos naturales de la selva virgen, conocida como economía extractiva, y dedicaba a la extracción de la yerba mate en estado silvestre. Recién a finales del siglo XIX, se redescubre la técnica de cultivo de la yerba, conocimiento perdido con la expulsión de los jesuitas (siglo XVIII), quienes habían desarrollado dicha habilidad.
Es así que, paralelamente a esta economía de enclave, hacia principios de siglo XX se comenzó a desarrollar la alternativa de producción de yerba mate mediante su cultivo y procesado a gran escala. Para 1920, en el departamento de San Ignacio y alrededores, se había consolidado esta novedosa actividad mediante la instalación de tres grandes empresas: “La María Antonia”, “Martin & Compañía” y “La Plantadora de Yerba Mate”.
Este esquema productivo estaba caracterizado por un modelo de tipo industrial, el cual se dedicaba al cultivo a gran escala y al procesamiento de la yerba. La cadena productiva se completaba con el traslado del producto terminado desde los puertos de Misiones hacia las ciudades de Rosario y Buenos Aires, donde se comercializaba.
Una vez cosechada la yerba, se llevaba a cabo su procesamiento. La secansa, el triturado y el estacionamiento eran los procedimientos que continuaban a la cosecha. El primero se realizaba por medio de secaderos que funcionaban a combustión a leña. Luego se procedía al triturado de la hoja, y una vez molida, era envasada y ubicada en grandes depósitos donde se estacionaba.
Estos procedimientos se realizaban generalmente de forma manual, aunque para esta época se comenzaron a utilizar métodos mecánicos. De igual modo, demandaban una gran cantidad de mano de obra. Un testimonio de la época describía que el número de trabajadores empleados en esta actividad ascendía a unos 500 obreros, y que estaban sujetos a un régimen de contrato salarial. Otros datos aseguran que sólo en La María Antonia, en tiempos de cosecha, llegaron a emplearse unas 800 personas. Según las crónicas obreras, el sindicato contaba con 950 afiliados, sobre una población de 2.500 trabajadores en la localidad y alrededores. El censo nacional de 1920, establecía una población de 1.112 habitantes en el pueblo de San Ignacio, y un total de 5.742 personas en el departamento de San Ignacio. Todos estos datos, aunque algo dispares, muestran una importante concentración de población obrera alrededor de estos establecimientos industriales yerbateros, y nos dan una idea de la realidad socioeconómica de la zona.
De las memorias del propio Mañasco se extraen importantes referencias sobre los oficios que realizaban los obreros, las formas de pago del salario y el monto percibido. Además, se verifica la existencia de una jerarquización en el trabajo, interpretado por la diferencia de salarios en relación a las tareas realizadas. También describía con indignación algunos de los abusos a que eran sometidos los trabajadores.
Un hecho importante de mencionar es la existencia del pago en parte del salario en vales de comercio. Esto no solo es una evidencia de la existencia de mecanismos extraeconómicos de explotación, sino que coinciden con aquellos utilizados contra los mensú por parte de las empresas extractivas.
A raíz de este análisis, vemos que, bajo estas condiciones de producción industrial de la yerba, están presente algunos de los rasgos de extracción del plus trabajo clásicos de la época, como salarios bajos y mal pagos, exceso de horas de trabajo, abusos y arbitrariedades de parte de los empleadores, etc.; y que convivirían con algunos mecanismos del sistema de contrato y forma de pago de jornal, sufrido por los mensúes en el Alto Paraná.
El sindicato yerbatero y el protagonismo de Eusebio Mañasco
El 13 de junio de 1920, se fundó el Sindicato de Trabajadores en General de Misiones (sección San Ignacio), a iniciativa de un importante delegado sindical metropolitano, Luis Lotito, quien recorrió gran parte del país y estuvo en Misiones llevando la propaganda de organización gremial. Junto a él, una comitiva obrera fue la encargada de organizar a los trabajadores de San Ignacio, y entre sus miembros estaba Eusebio Mañasco, quien fue nombrado secretario general del sindicato.
Mañasco era un obrero marítimo, y como dijimos, un importante militante del Sindicalismo Revolucionario a través de la FOM y la FORA. De origen paraguayo, conocía de cerca la realidad alrededor de la actividad yerbatera, ya que trabajaba en una de las tantas embarcaciones que realizaba la travesía Misiones- Buenos Aires, cargando la producción de yerba. En sus viajes, vio de cerca la situación en el territorio y se radicó en la localidad de San Ignacio.
El 12 de julio de 1920, el sindicato presentó a las empresas un pliego de condiciones laborales, y ante la negativa de éstas, se organizó la primera huelga, que terminó con el triunfo de los obreros y la aceptación de sus demandas, las cuales expresaban las reivindicaciones que en general exigían los obreros argentinos de la época, como mejoras salariales, jornada de ocho horas, descanso dominical, reconocimiento del sindicato y la abolición del pago en vales, solo canjeables en los comercios propiedad de las mismas empresas, práctica generalizada, como se ha dicho, alrededor de la actividad yerbatera en suelo Misionero.
La María Antonia, mostró resistencia a la hora de aceptar las nuevas condiciones de los obreros, y sucesivamente intentó romper con el convenio, primero pretendiendo imponer nueve horas de trabajo, luego intentando rebajar los sueldos, y por último, despidiendo a cuarenta obreros sin justificación. Esto llevó a nuevos conflictos que se tradujeron en tres huelgas más, con el consiguiente triunfo del sindicato.
En octubre de 1920, un nuevo enfrentamiento se desató cuando las tres compañías plantadoras unieron sus intereses y exigieron a sus obreros que se desafiliaran del sindicato e impusieron el trabajo dominical. Además, fueron obligados a afiliarse a un sindicato paralelo conocido como Liga Patronal Obrera. Este sindicato propatronal respondía a la Liga Patriótica Argentina, una organización nacional de ultraderecha fundada en 1919. En San Ignacio, fue creada una brigada local de esta organización, y que estuvo a cargo de sus fundadores, Andrés y Jesús Palacios, administradores de La María Antonia.
Como consecuencia de aquellas exigencias, el sindicato convocó a una nueva huelga, la que se prolongaría hasta el año siguiente. Mañasco cuenta en sus memorias que durante ese conflicto, el propio Jesús Palacios, en representación de las tres compañías, intentó sobornarlo para que renunciara al sindicato, y que ante su negativa, lo amenazó de muerte.
La huelga continuó unas semanas más, hasta que el 7 de junio, Allan Stevenson fue encontrado muerto de un disparo mientras conducía su camión en el camino que lleva al pueblo de San Ignacio. Stevenson era un inmigrante de origen sueco y era reconocido en la zona como un pequeño cultivador de yerba mate e inventor de máquinas industriales, que, en circunstancias de su asesinato, llevaba materiales para la construcción de un secadero para la empresa La María Antonia.
Días después, Mañasco fue detenido sospechado de haber estado implicado en el crimen junto a cuatro obreros más, quienes habían declarado ser partícipes del hecho, y de haber sido enviados por el propio secretario del sindicato a cometer el asesinato.
Rápidamente fueron llevados a juicio, el cual estuvo cargado de irregularidades y no existieron directas imputaciones contra los acusados. Entre las irregularidades del caso, los acusados que habían declarado contra Mañasco, se rectificaron luego en sus declaraciones, denunciando que habían sido obligados por la policía a implicarlo a cambio de promesas de libertad. El alegato de la fiscalía se apoyó en suposiciones y creencias, sin existir ninguna prueba contundente, y pidió una condena a Mañasco por instigador del crimen. Pese a estos nuevos elementos, el juicio continuó y el líder del sindicato fue condenado a cadena perpetua el 21 de mayo de 1924.
El largo conflicto obrero dio por finalizado, y las conquistas logradas hasta ese momento quedaron sin efecto. El sindicato quedó prácticamente desarticulado, y con él, la organización de los obreros yerbateros.
Girola, Carlos, El cultivo de la Yerba Mate, Sociedad Rural Argentina, Bs As, 1925
Las movilizaciones por la liberación de Eusebio Mañasco
El caso de Mañasco despertó la inquietud del proletariado nacional, y la USA y los sindicalistas, encabezaron un movimiento para reclamar por su inocencia y pedir su liberación.
Durante el año 1927, se organizaron coordinadamente cuatro movilizaciones masivas a nivel nacional, llevadas a cabo el 20 de febrero, el 20 de marzo, el 1° de mayo y el 15 de junio; las cuales fueron aprovechadas para denunciar no solo su caso, sino también las injusticias en Misiones, poniendo en relevancia el problema del mensú y de los obreros de San Ignacio.
En Posadas los obreros federados se sumaron activamente a estas agitaciones, las cuales fueron en gran número y estuvieron lideradas por Marcos Kaner, delegado de la USA en Misiones y reconocido militante obrero de la época.
El proletariado argentino esgrimió como argumentos de inocencia las claras irregularidades contenidas en el proceso judicial, como la falta de pruebas fehacientes y las insuficiencias en las acusaciones, mostrando el carácter arbitrario del proceso judicial y del fallo en su conjunto.
Las movilizaciones del 1° de mayo coincidieron con la fiesta de los trabajadores, y los obreros unificaron ambas consignas, elevando el reclamo por Mañasco a niveles muy altos, a tal punto que fue considerado tan importante como otras reivindicaciones históricas del proletariado de la época. En esta oportunidad, se levantaron simultáneamente las banderas de pedido de justicia por Eusebio Mañasco, los anarquistas Sacco y Vansetti, víctimas de la justicia en E.E.U.U, y del obrero español Buenaventura Durruti, luego héroe de la Guerra Civil Española, demostrando el grado de trascendencia que había tomado su figura y lo que representaba para un gran número de obreros del país.
El 30 de mayo, el caso fue tratado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que dejó sin efecto la condena a reclusión perpetua que pesaba sobre Mañasco, pero lo penaba a 25 años de prisión. El proletariado organizado manifestó su total indignación por la decisión, y la presión obrera no hizo más que aumentar y se intensificaron las protestas.
Inmediatamente, la USA comenzó gestiones para pedir su indulto, y designó una comisión encargada de iniciar dichas gestiones. La misma logró concretar una entrevista con el propio presidente de la nación, Marcelo T. de Alvear, a quien expusieron el caso. Alvear manifestó interés por el asunto y prometió estudiar el caso, asegurando que si se probaba su inocencia sería puesto en libertad. Días después de la reunión, el 9 de julio de 1927, Alvear firmó un decreto presidencial donde indultaba a 17 condenados, entre los que estaba incluido Eusebio Mañasco.
A modo de conclusión, estamos en condiciones de afirmar que estos trabajadores yerbateros no pueden ser considerados simples mensú, sino que están más cerca de ser caracterizados como obreros de tipo orgánico, existente en masa en los centros industriales de las grandes ciudades del país, y que fueran protagonistas de las luchas y conquistas proletarias de Argentina.
Esta condición proletaria explicaría el grado de conciencia y organización de estos trabajadores, y del éxito de las protestas en San Ignacio, hecho que en otras circunstancias hubiera sido difícil llevarse a cabo. Un ejemplo claro de esto es el de los mensú, donde no se registran en la historia misionera, grandes protestas contra las condiciones laborales a que estaban sometidos, solo hechos puntuales y revueltas aisladas, sin organización y representación orgánica, característica que sí experimentaron los obreros yerbateros de San Ignacio.
Este descubrimiento debe ser considerado disruptivo en el estudio social de Misiones, y abre todo un panorama de futuras investigaciones sobre la realidad socioeconómica del territorio durante las primeras décadas del siglo XX.
Girola, Carlos, El cultivo de la Yerba Mate, Sociedad Rural Argentina, Bs As, 1925
[1] Cuando hablamos de la FORA nos referimos a la representada por el Sindicalismo Revolucionario, ya que existía otra FORA anarquista. El Sindicalismo Revolucionario era por entonces la tendencia hegemónica dentro del movimiento obrero argentino, y entre sus miembros estaban Eusebio Mañasco, Luis Lotito y uno de sus sindicatos más importante era la FOM. Los sindicalistas defendían posiciones de tipo conciliadoras, actitud que los acercó a los gobiernos radicales (UCR) en el poder. En 1922, la FORA sindicalista se disuelve y se crea la Unión Sindical Argentina (USA).