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* Docente del departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales-UNaM

La Guerra del Paraguay, Guerra Grande o de la Triple Alianza (1864-1870) que enfrentara a los actuales países de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay, es uno de los acontecimientos “…considerado único en el escenario latinoamericano por su duración, el número de víctimas y sus consecuencias” (Brezzo, 2004). La problemática territorial fue la causa nodal (Roa Bastos, 2001) que desató el conflicto por la posesión de un territorio signado por jurisdicciones confusas.

Un espacio por donde circulaban bienes mercantiles y donde funcionaban empresas yerbateras y sociedades comerciales de particulares. Parte de lo que fueran las Misiones, hoy provincia de Misiones, era la zona que vinculaba a Paraguay con la economía mundial y proveía de recursos económicos y humanos necesarios para el desarrollo del sistema capitalista en expansión. Una causa del conflicto se desató porque la ruta comercial terrestre (Asunción, Itapúa, Campamento de la Rinconada de San José, Santo Tomé, San Borja, Porto Alegre, Buenos Aires, Montevideo) había perdido importancia y fue reemplazada por la ruta fluvial del Paraná, modificación que instauraría a Asunción como centro de intercambio comercial directo con Estados Unidos e Inglaterra.

A partir de la contienda bélica se legitimaría el derecho a la propiedad que cada uno de los Estados Nacionales sostenía sobre un territorio largamente disputado, tanto que en las documentaciones oficiales y cartográficas nacionales se incriminaban y representaban hechos de usurpación, de invasión y de intrusión de unos sobre otros. Tanto la historiografía paraguaya como argentina, argumentaron a partir de la noción del espacio vacío, el desconocimiento y la invisibilización de la etapa de poblamiento que Paraguay realizara en el actual territorio misionero y correntino (1810-1865), obviando la consulta de la documentación del Archivo Nacional de Asunción que registra esa ocupación: ¿silenciamiento consensuado?, ¿negación de la culpabilidad? ¿temor, baja autoestima, soberbia?, estas y otras preguntas surgen para explicar las actitudes en torno al grado de complicidad en la producción de los silencios y la definición de los silenciamientos.

Hoy, esta reflexión provoca expresiones y actitudes solapadas aunque el hecho concreto del asentamiento paraguayo se sostuvo hasta el final de la guerra (1830-1870) y es un dato de la realidad actual, en el imaginario colectivo de los posadeños, ya que se representa a Trinchera de los paraguayos o Trinchera de Itapúa, en el escudo de la ciudad de Posadas. De esta manera queda registrado un origen muy lejano, señalado en el calendario de efemérides (día de San José) como también por la denominación del pueblo, Trinchera de San José, por la primera Comisión Municipal (1876) de nuestra ciudad. Y, desde lo más cercano, en la vida cotidiana de muchas familias misioneras, en la relación afectiva, construidas por lazos de parentesco y amistades, y por la proximidad gestada en el rutinario cruce del río Paraná hasta para hacer compras, etcétera, trayectorias que constituyen trazos de una historia signada de uniones y cercanías atravesando divisiones, límites y sufrimientos generados por la guerra.

Esta situación particular pautada desde la convivencia fronteriza nos lleva a pensar sobre la situación de los involucrados durante el desarrollo de la guerra, ¿quiénes son los traidores a la patria?, ¿quiénes son los acusadores?, ¿a quienes se acusa de traidores?, si los que participan, en gran medida involuntariamente, comparten intereses y relaciones que contradicen con los objetivos que provocan la explosión de la misma, además de atentar contra la vida de las personas. Al respecto, algunos historiadores señalan que un grupo considerable de argentinos - hombres públicos, de comercio y de la guardia nacional- apoyaron la causa paraguaya, a los que se llamó yerbócratas o paraguayistas quienes fueron acusados de traidores…“otros hubieran luchado más bien contra los brasileños y porteños pero la decisión la definió Urquiza; relacionado directamente a la familia de los López, quien “… sacó cuentas del rumbo que le convenía económicamente y pronto estuvo haciendo negocios en la provisión de caballadas para los ejércitos de la Triple Alianza”. (Larguía 2005). Tales lazos eran fuertes y perduran en las historias familiares. Todo lo leído y aprendido en nuestra vida escolar reconociendo y repitiendo sobre “todo lo que se perdió” y “de todo lo que el país vecino extranjero apropió” se disuelve y contradice con la realidad en la que convivimos los habitantes de las provincias, Estados y departamentos instalados en áreas de frontera. En síntesis, estamos invitados a actualizar los análisis acerca de la guerra desde el presente ya que por el ligamen geográfico, cultural, económico y social, misioneros, entrerrianos, correntinos y paraguayos, argentinos, uruguayos y brasileños compartían, parcialmente, un mismo espíritu, un idéntico lenguaje, en fin…. un horizonte cultural común.